"Memorias de Idhún". Lo compré de segunda mano, con las cartas aún precintadas, fascinado por el tablero, creyendo que iba a llevarme a casa un juego de mazmorreo tipo Dorn por 10 euros y lo que me llevé fue una oca vitaminada.
Lo sigo teniendo por varias razones: porque igual me sirve para ir introduciendo al chaval a los juegos de mesa, porque me gusta el tablero y quizá lo enmarque o lo cuelgue de alguna forma en la pared, pero sobre todo, porque venderle ese juego a alguien es granjearse gratuitamente un enemigo. La cuestión es que lo tengo ahí en la estantería, riéndose, burlándose de mí.
Lo sigo teniendo por varias razones: porque igual me sirve para ir introduciendo al chaval a los juegos de mesa, porque me gusta el tablero y quizá lo enmarque o lo cuelgue de alguna forma en la pared, pero sobre todo, porque venderle ese juego a alguien es granjearse gratuitamente un enemigo. La cuestión es que lo tengo ahí en la estantería, riéndose, burlándose de mí.